SECUOYA
LA SECUOYA
Sequoia sempervirens (D. Don) Endl.
Familia Taxodidadeae
DESCRIPCIÓN
En el Parque 28 de febrero encontramos una colección de especies arbóreas que permiten un interesante recorrido botánico. La secuoya ubicada en él es un ejemplar característico de esta especie. Alto, de metros, de porte erguido y columnar, de corteza pardo oscura, esponjosa, con un diámetro de tronco de 111 cm. En algunas zonas se nota una coloración más rojiza al desprenderse la corteza. La forma de la copa es piramidal. Sus hojas perennes son algo punzantes, de color verde negruzco, en forma de acícula algo aplanada. Como especie monoica presenta flores masculinas y femeninas en el mismo árbol. Sus flores se traducen en unas piñas verdes que al madurar se colorean de tonos pardos y rojizos. No tolera bien el frío y son muy resistentes al fuego y a las infecciones por hongos debido a diversas sustancias presentes en su corteza. Su nombre conmemora a Seequayah (1770-1843), indio de la tribu cheroquee que inventó un alfabeto para el dialecto de su tribu. Es una representante de la especie arbórea más alta del mundo, a pesar de lo que pudiera parecer, no presenta unas raíces excesivamente profundas sino que estas se extienden horizontalmente a poca profundidad para con un secreto importante, se entrelazan con las raíces de los árboles vecinos, consiguiendo así no sólo reforzar sino aumentar su resistencia. La Secuoya es el vivo ejemplo de que si la independencia es importante, la interdependecia positiva lo es aún más.
TEXTO
En el parque 28 de febrero ocurre lo mismo que en el Parque de la Paz, se podrían haber escogido gran cantidad de árboles. Sin embargo, el valor de la Secuoya es alto ya que se encuentra en un entorno que no es el más apropiado para ella. Procede de la costa del pacífico de los EE.UU y su hábitat original es más húmedo y fresco que lo que encuentra en Armilla. Bien es cierto que el parque 28 de febrero ofrece un microclima característico en donde, por la disposición arbórea de las distintas especies, se consigue recrear un ambiente más sombrío y fresco que en el resto de la ciudad y de las áreas ajardinadas.
La secuoya necesita espacio y, quizás es eso lo que nos sugiere cuando nos acercamos a ella, que cuidemos nuestro espacio vital. En el parque, lo tiene, disponiendo de él para expandir sus raíces. No nos deja indiferentes en ningún sentido ya que son muchos e importantes los servicios ecosistémicos que nos ofrece. El primero es la reducción de la insolación en el suelo debido a su espesa copa y a la disposición de sus ramas a lo largo del tronco principal. Si a ello unimos su capacidad de formar pequeñas nubes de humedad gracias a la reacción entre los terpenos que emite y el vapor de agua del ambiente y a la propia transpiración de sus hojas, el resultado es una reducción muy importante del efecto de isla de calor. Cuando nos colocamos frente a la secuoya es como si nos colocáramos frente a un edificio de apartamentos. Aunque se trata de un árbol de hoja perenne, las hojas se renuevan y va cayendo, depositándose en los distintos pisos que forman sus ramajes junto con el polvo ambiental. Esto va creando espacios ricos en nutrientes en los que se asientan multitud de especies de insectos y de hongos que actúan en simbiosis con ella. Por lo que este edificio está habitado por una gran biodiversidad. Poseen una gran capacidad de absorción de CO2, más de 100 kg por año, por sus hojas y de almacenaje en su madera, que va creciendo y ensanchándose año tras año.
Si atamos cabos y somos observadoras, podemos ver un porte y una estructura muy armónica y equilibrada, conjunción necesaria para soportar un crecimiento tan importante y por otra parte nos encontramos ante árboles de elevada longevidad, como la que alcanzará nuestra protagonista si se lo permitimos. Esto nos ayuda a comprender porque se usa en fitoterapia para mejorar la salud ósea de nuestro cuerpo, para ralentizar los signos de envejecimiento, aportando sobre todo un mayor vigor, una mejora de la memoria y de la percepción. Quizás eso es lo que percibimos cuando nos colocamos bajo su copa, aromas terpenoides procedentes de su corteza y una sensación de frescor que no permite el aletargamiento de nuestra memoria.
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