"Los árboles antiguos son preciosos. Hay pocas cosas en la Tierra que alberguen una comunidad de vida tan rica dentro de un solo organismo vivo." Sir David Attenborough

ALGARROBO

EL ALGARROBO

Ceratonia siliqua L.
Familia Leguminosae


DESCRIPCIÓN

        El Algarrobo es un árbol discreto, su presencia en el parque 28 de febrero merece una parada ya que su carácter mediterráneo lo hace más propicio para habitar en laderas secas y soleadas que sobre el césped de un jardín, con un ambiente más húmedo, de ahí quizás la razón por la que encontramos restos mohosos en alguna de sus ramas. 

Es un árbol de poca altura, no llega a los cinco metros, de porte robusto, en apariencia desgarbado con ramas gruesas tendentes a la horizontalidad, pero con un aire caprichoso que le otorgan las curvaturas de las mismas, como si quisieran explorar el espacio a conciencia o alejarse de algún inconveniente. 


Su tronco, de corteza grisácea, con un diámetro de 57 centímetros, contrasta con el verde césped sobre el que se encuentra, aunque su copa ha dificultado la entrada de luz bajo ella lo que dificulta su nascencia. 

Su copa es amplia densa y, poblada de hojas alternas, compuestas por foliolos ovales, coriáceos y verde oscuros. Sus flores son muy pequeñas, dioicas, haciendo su aparición a partir del mes de mayo y su fruto es muy llamativo, colgando en forma de legumbres, primero verdosas y luego amarronadas, de gran dureza. 

Es un árbol presumido al que no le gusta mucho dar a conocer su edad, creciendo de forma que señala muy suavemente esos anillos que delatan su paso por el tiempo.

"Los árboles son poemas que la tierra escribe en el cielo".  Kahlil Gibran

 🌳🌳🌳🌳🌳🌳🌳🌳🌳🌳🌳🌳🌳

Cuando nos situamos en el parque 28 de febrero observamos zonas más pobladas de vegetación y otras con una menor densidad o mayor densidad entre ellas. 

Así nos encontramos al Algarrobo en una zona espaciosa y cuando estamos cerca de él podemos tararear una canción y nos podemos imaginar a este maravilloso árbol danzando mediante retorcidas formas, extendiendo su ramas y curvándolas, como si quisiera revelarse ante su aparente inmovilidad o permanencia en el mismo lugar. 

Entonces podemos trasladarnos a la leyenda de los indígenas comechingones argentinos que consiguieron superar el hambre gracias a una lluvia de legumbres y vencer a los españoles en la batalla.

Este porte retorcido, a modo de conformar una gran vasija, lo convierte en un árbol un poco enigmático, como ese maestro receloso de compartir todos sus secretos, guardando algunos conocimientos en esa vasija protectora.

Quizás por ello las niñas y niños disfrutan tanto trepando por sus ramas, como si intuyeran que pueden descubrir un gran tesoro en alguno de sus rincones. 


Sin embargo, sí es un árbol generoso en compartir beneficios para nosotras en forma de absorción de cerca de 80 kg de CO2 al año y de dibujar una extensa sombra que reduce unos pocos grados la temperatura bajo su copa. Sabedor de la dificultad de encontrar alimento por parte de los polinizadores les prepara un banquete floral temprano.

Posiblemente es bien conocido el poder nutricional de sus legumbres o algarrobas, que en su momento se empleaban para la fabricación de garrofín, un tipo de pienso. Sin embargo, el consumo de estas vainas y de su harina tiene efectos muy benéficos en afecciones intestinales, de garganta y respiratorias en forma de tos.

Observar las algarrobas o quera balanceándose con la brisa nos transporta a aquellos tiempos en los que, desde la parte oriental de Europa, los Árabes lo introdujeron en la Península y las usaban como moneda de peso o quilate para el comercio con piedras preciosas. Ahora entendemos que estamos ante un árbol precioso.




Comentarios