"Los árboles antiguos son preciosos. Hay pocas cosas en la Tierra que alberguen una comunidad de vida tan rica dentro de un solo organismo vivo." Sir David Attenborough

PINSAPO

 EL PINSAPO

Abies pinsapo Boiss.

Familia Pinaceae.

DESCRIPCIÓN

En nuestro paseo nos encontramos con un árbol que, aunque está lejos de

sus condiciones ideales, ya que es propio de ambientes más lluviosos,

parece respirar la paz que da nombre a este jardín de Armilla. Dos

ejemplares de Pinsapo hacen su aparición rodeados de buenas vecindades

como son los madroños, majuelo, encina y avellanos. Su porte es recto y

columnar, tremendamente elegantes, con la corteza gris cenicienta y en

ocasiones oscura. Se disponen como dos hermosas columnas que flanquean

una de las entradas a la parte final del parque. Al igual que otras especies

de esta familia, sus ramas se disponen formando pisos sucesivos cuyas

ramas decrecen en longitud y grosor a medida que avanzan en altura,

formando así ese porte piramidal tan característico. Sus hojas persistentes

enseguida nos llaman la atención con sus tonos de verde azulados a

oscuros, en forma de aguja cilíndrica con las puntas redondeadas y

disponiéndose a modo de escobillas limpiatubos. Para disponer de esas

densidades de copa es necesario que todo esté en equilibrio, tanto la

disposición de las ramas como la perpendicularidad de las hojas con

respecto a éstas. Es un árbol monoico que dispone de pequeñas piñas

masculinas en la zona inferior, que están repletas de polen y de piñas

femeninas, con sus semillas desnudas, en la zona terminal. La primavera es

un festín de polen, sobre todo si rozamos en nuestro caminar con sus ramas.

El viento es el gran aliado en la dispersión de este polen, encerrado en

minúsculas bolsitas de aire que facilitan su flotación por los cielos del

parque. Su nombre, de procedencia latina, hace referencia a la combinación

de características de pinos y de abetos, mostrando una auténtica joya

botánica, aquí, a un paseo de nuestra casa.

TEXTO

Si caminar por la Avenida Fernández de los Ríos acogía un tesoro deseoso

de ser visto, en las entrañas del Parque de la Paz se esconde otro que nos

remonta a los fríos días del Cuaternario. El abeto andaluz se ubica erguido,

en un lugar donde sus raíces largas, profundas y gruesas no encuentran

grandes obstáculos para desarrollarse y ocupar el espacio, indicándonos

una buena disposición de los suelos al no emerger de forma importante en

la superficie.

Este abeto elegante es endémico de España, concretamente de Cádiz y de

Málaga, diferenciándose genéticamente de los pinsapares existentes en

Marruecos. Su presencia en Armilla implica una especial atención debido a

que sus requerimientos de humedad son superiores a las que aquí se

encuentran, sin embargo, situarnos frente a ellos nos alinea con la tierra y el

cielo, invadiéndonos un calor especial, mayor que el que proporciona su

leña, y que aumenta las ganas de sonreír ante tanta hermosura. Tiene ansias

viajeras e inspira a sus semillas a visitar otros lugares para germinar,

formando una densa capa de acolchado bajo su copa que dificulta el

establecimiento de sus propias semillas.

Su importancia en nuestro paseo descansa en el enorme valor de su

presencia. Su capacidad de absorción de CO2 es de alrededor de los 150 kg

al año, aportando una aceptable sombra al suelo con su reducción implícita

del efecto de isla de calor. El polen que desprende tiene un efecto

alergénico suave, ya que hemos de provocar su emisión de una manera más

enérgica. Su valor ecológico nos transporta a los pinsapares andaluces,

convirtiéndolos en dos jóvenes joyas botánicas que han de resistir los

avatares del cambio climático, agudizados en las condiciones urbanas, a los

cuales son bastante sensibles. Mientras tanto, en sus pisos, decenas de

insectos y algunas aves urbanas, encontrarán cobijo y frescor.

Si en sí mismo ya es un tesoro, orgulloso, nos muestra que esconde algunos

más en formas medicinales, ya que sus hojas y yemas en infusión y en

forma de jarabe alivian afecciones respiratorias e inflamaciones de la

vejiga, mientras que utilizadas en forma de baños y ungüentos, son eficaces

en afecciones de la piel.

Bien cierto es que esta especie se utiliza cada vez más como ornamental en

nuestros jardines, por su importante belleza y delicada esbeltez, aunque los

árabes ya iniciaron la tradición en cuanto a este uso y, aunque puede que lo

observemos llorar con sus lágrimas de trementina, será para decirnos que

toda herida tiene su cura.

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