PINSAPO
EL PINSAPO
Abies pinsapo Boiss.
Familia Pinaceae.
DESCRIPCIÓN
En nuestro paseo nos encontramos con un árbol que, aunque está lejos de
sus condiciones ideales, ya que es propio de ambientes más lluviosos,
parece respirar la paz que da nombre a este jardín de Armilla. Dos
ejemplares de Pinsapo hacen su aparición rodeados de buenas vecindades
como son los madroños, majuelo, encina y avellanos. Su porte es recto y
columnar, tremendamente elegantes, con la corteza gris cenicienta y en
ocasiones oscura. Se disponen como dos hermosas columnas que flanquean
una de las entradas a la parte final del parque. Al igual que otras especies
de esta familia, sus ramas se disponen formando pisos sucesivos cuyas
ramas decrecen en longitud y grosor a medida que avanzan en altura,
formando así ese porte piramidal tan característico. Sus hojas persistentes
enseguida nos llaman la atención con sus tonos de verde azulados a
oscuros, en forma de aguja cilíndrica con las puntas redondeadas y
disponiéndose a modo de escobillas limpiatubos. Para disponer de esas
densidades de copa es necesario que todo esté en equilibrio, tanto la
disposición de las ramas como la perpendicularidad de las hojas con
respecto a éstas. Es un árbol monoico que dispone de pequeñas piñas
masculinas en la zona inferior, que están repletas de polen y de piñas
femeninas, con sus semillas desnudas, en la zona terminal. La primavera es
un festín de polen, sobre todo si rozamos en nuestro caminar con sus ramas.
El viento es el gran aliado en la dispersión de este polen, encerrado en
minúsculas bolsitas de aire que facilitan su flotación por los cielos del
parque. Su nombre, de procedencia latina, hace referencia a la combinación
de características de pinos y de abetos, mostrando una auténtica joya
botánica, aquí, a un paseo de nuestra casa.
TEXTO
Si caminar por la Avenida Fernández de los Ríos acogía un tesoro deseoso
de ser visto, en las entrañas del Parque de la Paz se esconde otro que nos
remonta a los fríos días del Cuaternario. El abeto andaluz se ubica erguido,
en un lugar donde sus raíces largas, profundas y gruesas no encuentran
grandes obstáculos para desarrollarse y ocupar el espacio, indicándonos
una buena disposición de los suelos al no emerger de forma importante en
la superficie.
Este abeto elegante es endémico de España, concretamente de Cádiz y de
Málaga, diferenciándose genéticamente de los pinsapares existentes en
Marruecos. Su presencia en Armilla implica una especial atención debido a
que sus requerimientos de humedad son superiores a las que aquí se
encuentran, sin embargo, situarnos frente a ellos nos alinea con la tierra y el
cielo, invadiéndonos un calor especial, mayor que el que proporciona su
leña, y que aumenta las ganas de sonreír ante tanta hermosura. Tiene ansias
viajeras e inspira a sus semillas a visitar otros lugares para germinar,
formando una densa capa de acolchado bajo su copa que dificulta el
establecimiento de sus propias semillas.
Su importancia en nuestro paseo descansa en el enorme valor de su
presencia. Su capacidad de absorción de CO2 es de alrededor de los 150 kg
al año, aportando una aceptable sombra al suelo con su reducción implícita
del efecto de isla de calor. El polen que desprende tiene un efecto
alergénico suave, ya que hemos de provocar su emisión de una manera más
enérgica. Su valor ecológico nos transporta a los pinsapares andaluces,
convirtiéndolos en dos jóvenes joyas botánicas que han de resistir los
avatares del cambio climático, agudizados en las condiciones urbanas, a los
cuales son bastante sensibles. Mientras tanto, en sus pisos, decenas de
insectos y algunas aves urbanas, encontrarán cobijo y frescor.
Si en sí mismo ya es un tesoro, orgulloso, nos muestra que esconde algunos
más en formas medicinales, ya que sus hojas y yemas en infusión y en
forma de jarabe alivian afecciones respiratorias e inflamaciones de la
vejiga, mientras que utilizadas en forma de baños y ungüentos, son eficaces
en afecciones de la piel.
Bien cierto es que esta especie se utiliza cada vez más como ornamental en
nuestros jardines, por su importante belleza y delicada esbeltez, aunque los
árabes ya iniciaron la tradición en cuanto a este uso y, aunque puede que lo
observemos llorar con sus lágrimas de trementina, será para decirnos que
toda herida tiene su cura.
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