"Los árboles antiguos son preciosos. Hay pocas cosas en la Tierra que alberguen una comunidad de vida tan rica dentro de un solo organismo vivo." Sir David Attenborough

GLICINA

 LA GLICINA

Wisteria sinensis

Familia Fabaceae

DESCRIPCIÓN

Cuando entramos al parque de la Paz al mismo tiempo que atravesamos las puertas de la primavera, la vista no puede contenerse y la lluvia se torna lila, violeta, malva, morada y blanquecina. Nos encontramos así con las flores de la pluma, nombre con el que se conoce a las glicinas. Como buena trepadora que es, sus gruesos tallos, que van desde los 6 a los 19 cm de diámetro, se han abrazado al tronco de un olivo ya seco, al cual utilizan como soporte columnar, alcanzando una altura que sobrepasa los cuatro metros y medio, mimetizándose de tal forma que podemos soñar con un olivo de hojas caducifolias, compuestas por varios foliolos que, de jóvenes son sedosos, tornándose glabros al envejecer y con una explosión floral en forma de racimos de hasta 30 cm de color violeta que aportan una mágica luminosidad a un rincón dominado por el verde oscuro. La glicina posee una elasticidad térmica que le ha permitido adaptarse a las temperaturas de Armilla, tal es así, que va a su aire, dibujando formas y abrazando aires caprichosamente, lo cual dota a ese rincón de la ciudad de una belleza embriagadora, como lo es su aroma dulzón.

TEXTO

Imaginar una Glicina arbórea puede ser posible en el parque de la Paz en Armilla. Esta trepadora pinta un paisaje digno de un cuadro de Claude Monet en este rincón donde ha hecho florecer de forma espectacular al olivar. Originaria de China, recorrió el mundo bien guardada en las caravanas de Marco Polo. Quizás, de este afán viajero le viene el deseo de expandirse por medio de sus raíces vía subterránea y de sus ramas que son capaces de buscar apoyo hasta en una mota de polvo que flote en el aire. 

Cuando nos situamos ante ella nos abrimos al agradecimiento y a la amistad, no en vano los emperadores del Japón se servían de ella para hacer declaraciones amistosas. Olivo y glicina tienen algo en común: su necesidad de luz. Ambas tienen que recibir el baño de una buena dosis de luz solar cada día. Este baño, en el caso de la glicina, nos ofrece una experiencia visual hipnótica pudiendo maravillarnos con sus flores de la pluma, como así son conocidas.

Pudiéramos pensar que únicamente los árboles nos ofrecen beneficios ecosistémicos importantes, sin embargo, esta especie no tiene nada que envidiarles, ya que es capaz de absorber sobre los 60 kg de CO2 al año. Su necesidad de agua, favorecida por el ambiente sombrío que crea bajo su dosel foliar, permite que sus hojas verde claras, compuestas por múltiples foliolos, realicen un acto importante de transpiración, favoreciendo la creación de un ambiente fresco que reduce de forma significativa el efecto de isla de calor en el entorno inmediato. Es difícil estar en soledad junto a ella, el zumbido de las abejas y otros insectos nos acompañará a modo de concierto matinal, los violines del jardín, mientras esperamos la aparición de una lluvia de pétalos y, cuando ésta cesa, apareciendo los frutos, la música en forma de percusión hará su aparición al abrirse las vainas y expulsar las semillas. El concierto continúa cuando aparecen los trinos de los pájaros y sus flautas acompasadas. La orquesta al completo.

Las Glicinas pertenecen a la familia de la Leguminosas y como tales, enriquecen el suelo en nitrógeno a la vez que sus flores esparcidas por el suelo junto con las hojas que se van depositando sobre él, lo van engrosando con una viva capa de compost. Su crecimiento es rápido y sugerente, siempre en búsqueda, interrumpido únicamente por las tijeras guiadas por unas manos que la entiendan.

Si pocos son ya los regalos citados, la glicina es la planta de “lo bueno, en pequeña cantidad, dos veces bueno”, ya que aunque la planta contiene cierto grado de toxicidad, cuando se utiliza con medida pueden consumirse los pétalos y botones florales cocinados al vapor y elaborarse un vermut casero combinados estos con flores de saúco y hojas de salvia española. Con las flores se elaboran perfumes y geles de baño. Su presencia estimula, como el ligero picante de sus hojas y sus semillas, aunque son tóxicas, se utilizan en medicina china en afecciones cardíacas.

Sumergirnos bajo la Glicina del Parque de la Paz supone realizar una inmersión que alterna músicas posibles y silencios urbanos, imprescindibles ambas para un latir saludable de la ciudad de Armilla.

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