ALCORQUES VIVOS
LOS ALCORQUES VIVOS
DESCRIPCIÓN
Los alcorques vivos son ecosistemas en miniatura dentro de los alcorques que forman el entramado urbano. El método de trabajo para su creación es la de la siembra de semillas seleccionadas para la consecución de sus funciones ecosistémicas. Entre los criterios de selección se encuentran: que sean productoras de alimento para los insectos polinizadores, que ofrezcan una buena producción de polen y néctar, que ofrezcan floraciones con cierto valor ornamental, que sean nativas y adaptadas al clima mediterráneo y al tipo de suelo presente. Pese a sus pequeñas dimensiones, el efecto acumulado de multitud de alcorques, tiene un efecto altamente positivo en la biodiversidad urbana, gracias a que ofrecen una diversidad importante de servicios:
• Conectan la ciudad con los entornos naturales, a modo de corredores de biodiversidad con un doble flujo, el de las copas de los árboles y el de los alcorques.
• Optimizan la biodiversidad y el control biológico, ya que favorecen la aparición de insectos atraídos por la variedad de plantas y flores, que se van sucediendo a lo largo de los meses. Estos insectos, encuentran refugio en el lugar y se encargan de polinizarlas, sirviendo, a su vez, como agentes de control de posibles plagas que pudieran sufrir los árboles.
• Mejoran la calidad del suelo, ya que, al compartirlo con los árboles, aumentan la permeabilidad y la aireación del mismo, atrayendo a microorganismos que favorecerán la formación de raíces más sanas y fuertes.
• Favorecen la presencia de la naturaleza en la ciudad, disminuyendo la contaminación atmosférica, mejorando la calidad del aire, regulando las temperaturas, mejorando, en definitiva, la salud y la calidad de vida.
• Fomentan el fortalecimiento de una visión positiva por parte de la ciudadanía acerca de la presencia de la vegetación no arbórea y de su importante papel en la mejora de la salud del resto de las especies arbustivas y arbóreas presentes en la infraestructura verde de la ciudad y en la mejora de la calidad de vida de las personas. De esta manera, se evita que estos espacios se conviertan en depósitos de diversos tipos de residuos, embelleciendo y mejorando la estética del lugar.
Se han sembrado alcorques vivos en tres localizaciones de Armilla:
• Parque Marie Curie: alcorques del interior del parque sembrados con Matricaria chamimilla, Calendula arvensis, Centaurea cyanus y Lobularia marítima.
• Parque 28 de febrero: alcorques perimetrales sembrados con Achillea millefolium, Foeniculum vulgare, Nigella damascena y Ononis natrix.
• Calle San Miguel: alcorques del primer tramo que parte de la Avenida de las Palmeras en la acera del centro educativo sembrados con Bellis pernnis, Calendula officinalis, Daucus carota y Lobularia marítima (en los últimos alcorques se han combinado especies de los dos parques anteriores).
TEXTO
Uno de los mayores inconvenientes que encontramos en la ciudad para el desarrollo de los árboles es la calidad de los alcorques sobre los que están asentados. La función del alcorque no es otra que la delimitar, en cierto modo, su expansión en superficie, pero sobre todo la de recoger agua, servir de referencia espacial para la incorporación de abonos y proteger el entorno inmediato al árbol entre otras funciones. Normalmente los alcorques suelen estar en mal estado o ser insuficientes en cuanto a su tamaño para proporcionar una calidad aceptable que permita un buen desarrollo del árbol.
En la ciudad si algo sobra, es cemento y asfalto. La vegetación llama a sus puertas y se cuela por las más inverosímiles grietas en suelos, paredes o adoquines. Esta vida que surge en estos espacios puede ser considerada una forma de resistencia de la naturaleza urbana, que se niega a desaparecer. Estos alcorques están condenados en una gran cantidad de casos, aún hoy, cuando se supone existe una mayor conciencia ambiental, a transformarse en pequeños contenedores de todo tipo de residuos y excrementos de mascotas.
Vivir en una calle dominada por el tráfico rodado con su consiguiente contaminación ambiental, acústica y estética provoca lo que en psicología ambiental se denomina trastorno por déficit de naturaleza.
La pregunta es: ¿si las hierbas silvestres son capaces de sobrevivir en las grietas que surgen del cemento, por qué no las sembramos en los alcorques?.
Se trata de una tarea que bien podría ser vecinal y comunitaria, crear un hermoso espacio que atraiga a las personas y que ayude a identificar a la gente con su barrio. Esto permitiría que todas saliéramos de nuestros círculos reducidos, que pasear por las aceras encementadas pudiera resultar como caminar por una paleta coloreada de luces, tonos, colores y zumbidos. Las calles de la ciudad de Armilla podrían constituir no sólo vías de comunicación para ir de un lugar a otro, sino espacios donde poder reponer fuerzas hasta en los rincones más insospechados. Los alcorques no sólo dejarían de ser grandes ceniceros, sino que mejorarían las condiciones de vida de esos árboles que pretendemos cuidar. La labor es sencilla. El programa jardines y zonas verdes lo ha lanzado a modo de experiencia piloto, pero, ¿y si la población lo hace suyo?, ¿si nos lanzamos a la siembra de flores de todo tipo en los alcorques? ¿si nos encargamos de diseñarlos, de cuidarlos, de regarlos, de limpiarlos?. ¿Y si nos concienciamos de que no son papeleras?. La biodiversidad haría acto de presencia no sólo en forma de plantas, que no implicarían descuido sino respeto y cuidado, sino también de multitud de insectos y algunos de ellos actuarían de manera efectiva en el control de plagas y enfermedades de los árboles.
Las hierbas silvestres sembradas en los alcorques del parque Marie Curie, del parque 28 de febrero y de la calle San Miguel, manzanillas, caléndulas, maravillas, lobularias, centaureas, hinojos, milenramas, zanahorias silvestres, nigellas y ononis son regalos que invitan a hacer una pausa en nuestras ajetreadas vidas para respirar profundamente, observar el balanceo de las hierbas, saborear su aroma, danzar con los revoloteos de los insectos y sentir el latido de nuestro corazón junto con el de la ciudad que queremos construir.
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