"Los árboles antiguos son preciosos. Hay pocas cosas en la Tierra que alberguen una comunidad de vida tan rica dentro de un solo organismo vivo." Sir David Attenborough

CEDRO

 EL CEDRO

Cedrus libani Barr.

Familia Pinaceae

DESCRIPCIÓN

Se hace a veces complicada la catalogación botánica de un cedro, debido a la facilidad con que esta especie sufre hibridaciones con parientes cercanos, en este caso podríamos destacar características comunes con el Cedrus deodara Roxb. Loud. En cualquier modo, nos encontramos ante tres cedros sobre los que es difícil no desviar la mirada una vez entramos a Armilla por la avenida de las Palmeras. De tronco erecto, color grisáceo o marrón negruzco, corteza con grietas longitudinales y con casi 12 metros de altura y 54 cm de diámetro de tronco. Aunque su porte es piramidal, cuando lo observamos parece que quiere tender a la esfericidad. Las ramificaciones van ascendiendo creando pisos horizontales que se curvan hacia el suelo en los extremos. Las hojas son cortas acículas perennes que lucen variadas tonalidades del verde dispuestas en espiral, a modo de brocha de afeitar. En el mismo árbol conviven las flores masculinas, en la zona inferior y las flores femeninas, en la zona superior. Los brotes y conos son resinosos, pasando del verde al marrón, teniendo estos últimos, forma de barril y no apareciendo hasta que el árbol no tiene varias decenas de años. A medida que envejecen la figura del tronco principal se hace menos patente ya que comienzan a bifurcar.

TEXTO

Si existe algo que puede ayudar a un cedro del Líbano de otro del Himalaya, es su porte y forma. Portes cónicos, con ramas colgantes a modo de Abeto de Navidad nos acercará al C. deodara, mientras que portes piramidales cuyo extremo tiende a aplanarse, nos sugerirá que estamos ante un C. libani, Será el primer ejercicio de observación que se habrá de realizar bajo estos imponentes árboles. De cualquier modo, tienen forma de hogar, no en vano se piensan como la morada de los dioses.

Podemos ver cómo no presentan alcorques definidos, lo cual delimitaría en buen grado su expansión radicular. En un principio esta es en profundidad, pero pronto las ramas secundarias más horizontales alcanzan una mayor relevancia, pudiendo verse en ocasiones en superficie, como si estuvieran huyendo de la compactación de los suelos. 

Proceden unos, del Líbano y otros, de Afghanistán y, en principio, están bien adaptados a las condiciones climatológicas del lugar, aunque los C. deodara suelen necesitar un mayor grado de humedad. Amantes de la luz, las únicas podas necesarias se orientarán a evitar que haya ramas importantes que dificulten su entrada al interior de la copa. Su estado de salud es bueno y se localizan compartiendo espacio en un amplio alcorque corrido con otras especies de jardín, a una distancia suficiente de los edificios pero quizá algo escasa de la valla y murete de los mismos.

Los servicios ecosistémicos que nos prestan son de un gran valor, ya que poseen un buen índice de absorción de CO2, llegando, cada uno, a los 159 kg por año, son tolerantes a la contaminación ambiental y su uso eficiente del agua permite que tenga un moderado efecto en la reducción de la isla de calor. A su vez es cobijo de aves e insectos entre sus ramas.

No se queda atrás en sus aportes medicinales y, aunque podemos usar su corteza y hojas con efectos tónicos y digestivos, será su aceite esencial el rey de sus beneficios a nivel de circulación venosa y como bálsamo pectoral.

Si algo se nos queda grabado en nuestra memoria cuando estamos junto a ellos es su aroma, dulce y suave, combinando el olor de la madera con el de las especias. Sin duda es uno de los rasgos distintivos más apreciados en nuestro paseo.

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