"Los árboles antiguos son preciosos. Hay pocas cosas en la Tierra que alberguen una comunidad de vida tan rica dentro de un solo organismo vivo." Sir David Attenborough

OLMO IGLESIA SAN MIGUEL Y OLMO FERNÁDEZ DE LOS RÍOS

EL OLMO IGLESIA SAN MIGUEL

EL OLMO DE FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS

Ulmus minor Mill.

Familia Umaceae.

DESCRIPCIÓN

Nuestro paseo se enlentece para observar a un árbol al que también le va la vida lenta. Quizás sea esta una de las características que delatan la avanzada edad de este Olmo, presente en la segunda rotonda de la Avenida Fernández de los Ríos. De porte noble y armonioso, conforma su estructura a partir de un tronco recto y centrado, de 85 cm de diámetro y corteza gris parduzca, sobre el que se ramifican seis ramas principales que, a su vez, sostienen a numerosas ramas secundarias creando un paisaje de pequeñas colonias de árboles que dibujan una copa amplia, a modo de sombrilla oval redondeada, paisaje de más de 21 m de altura. Esta majestuosa embergadura, con múltiples cicatrices que señalan su fortaleza, necesitan de un amplio y horizontal sistema radicular, el cual es conseguido gracias a la ubicación privilegiada en una rotonda amplia, de suelos frescos y con fondo, que permiten que luzca su figura empoderada como buen sabedor que es de la suerte de muchos congéneres debido a la Grafiosis. Sus hojas caducifolias, simples, alternas, ovaladas, aserradas y asimétricas presentan otra característica no tan botánica, pero sí a tener en cuenta, como es la generosidad, al permitir a las flores hermafroditas que se luzcan a modo de fascículos globulosos allá por finales del invierno y, mientras, se preparan para organizar por niveles las variadas tonalidades de un verde que mirará al amarillento otoño.

Si continuamos hacia la Iglesia de San Miguel, ubicado en su patio de entrada, nos encontramos con otros Olmo, de más de 50 años de edad, con un tamaño más discreto que su vecino cercano, de casi seis metros de altura, pero justificado por las más difíciles características de su localización. Como si se observaran en la distancia, presenta también la misma estructura con su tronco centrado de 28 cm de diámetro y la ramificación en forma de seis ramas gruesas con una cierta tendencia a la horizontalidad. Su copa manifiesta más irregularidades y sus cicatrices son visibles, pero la belleza de sus tonos verdes, primero pincelada por sus frutos en forma de sámaras y luego con la aparición de sus hojas, contrasta con la luminosidad del lugar y la blancura de la fachada del edificio.



TEXTO

Vamos a visitar a dos parientes que, a pesar de su diferencia de edad, nos aportan con su presencia una calidez especial que nos invita a la alegría y a la comunicación. Estos Olmos pertenecen a una especie que ya fue difundida por los romanos como árbol ornamental y de sombra. Con una amplia distribución por el sur y Centro de Europa, Norte de África, Asia Menor, Caúcaso y Norte de Persia. Su ubicación ya se presta a la singularidad al pertenecer a una especie que gusta de sotos, riberas y vegas abrigadas.

El olmo de la rotonda de Fernández de los Ríos se nos presenta como un observador al que observamos. En un lugar en el que la accesibilidad es difícil, ya que el tráfico lo protege, este árbol nos invita a reflexionar sobre la belleza de la imperfección cuando atendemos a la asimetría de sus hojas, mostrándonos su carácter amigable en sus hojas de buen tamaño pero con un toque reservado con sus bordes aserrados. La característica de árbol solar le acompaña y así se nos presenta, como un gran sol, sobre todo cuando sus hojas se tornan amarillentas durante el otoño, en una vía no tan láctea aunque sí rodada.

La historia los presenta ubicados en lugares con una cierta relevancia social, quizás por ello, el párroco de San Miguel decidió plantarlo hace más de cincuenta años. En la ubicación original, el frescor no estaba tan a desmano, ya que cercana circulaba el ramal de la acequia gorda conocido como acequia Arabuleila, que posteriormente fue cubierto por la calle San Miguel. Cruce de caminos que le permite estar siempre a la última de todo y comunicar lo importante con el don de la palabra.

Cualquiera de los dos y ambos en diferente cuantía nos regalan unos servicios ecosistémicos de agradecer. El primero es su sombra, quizás más servicial en el olmo de la Iglesia por su mayor facilidad de visita y presencia humana, pero extraordinaria en el caso del olmo de la rotonda con sus más de diecisiete metros de diámetro de copa. En ambos casos el efecto de la isla de calor se ve reducido en un importante grado, creando un ambiente de frescor propiciado por la capacidad que poseen sus hojas de retener agua a pesar de tener los estomas abiertos para absorber CO2. Por su volumen, el olmo de la rotonda absorbe una cantidad de CO2 que sobrepasa los 1400 kg por año, mientras que el olmo de la Iglesia San miguel, es más discreto aunque no por ello menos valioso, absorbiendo los 125 kg de CO2 al año. El olmo de la rotonda es cobijo de biodiversidad animal, mientras que el de la Iglesia, de cotilleos y abrazos.

Ambos no escatiman en derrochar bondades para nuestra salud, pero si nos exigen buen trato y observación, por ello estas bondades las concentran sobre todo en su corteza interna, aunque también podemos usar sus hojas, con las que se pueden tratar cólicos estomacales, bronquitis, faringitis y afecciones de la piel como psoriasis y dermatitis atópica, en forma de pomadas, aceites y decocciones. Éste puede ser el guiño que se hacen nuestros dos Olmos, ya que la piel está muy ligada a los sentimientos de seguridad y de protección Seguridad frente a la velocidad de una gran Avenida en un caso y protección frente a las dificultades cotidianas que nos llevamos a la Iglesia, en el otro.

Dos olmos que se miran de frente, como dos hermanos siguen los pasos uno del otro y nos recuerdan con su resistencia la adaptabilidad a estos tiempos cambiantes. 

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